Modo de preparo
Sólo he estado una vez en Rusia, más concretamente en San Petersburgo, donde nos pudimos perder en el Hermitage, recorrer por completo la Avenida Nevsky, deslumbrarnos con la preciosa Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, encontrar por casualidad varios mercadillos locales y regresar a casa cargaditos de recuerdos (matryoshkas, pañuelos pavloposadskie, vajilla jojlomá, iconos ortodoxos, huevos Fabergé…) Pero mi padre tuvo algo más de suerte, y viajó muchos años antes, a la antigua URSS, y aunque pasó mucho más frío, regresó con más anécdotas y más regalos (abrigos, caviar, vodka…) En ese viaje, también tuve la oportunidad de pasar el día de mi cumpleaños, recorriendo el bello Palacio de Peterhof —el palacio de verano del zar— y sus impresionantes jardines. Tengo ganas de visitar Moscú, y cansarme recorriendo y fotografiando El Kremlin y la Plaza Roja, asistir al teatro Bolshói, visitar la Catedral de San Basilio, y perderme por su metro. Pero mientras… disfrutaremos un poquito de su gastronomía.❤️ ❤️ #recetasconhistoria#micocinaviajera#rusia
Ingredientes
- 1 Huevo de corral
- 300 ml Leche entera con calcio (50+ 250)
- 1 Limón pequeño (sólo zumo)
- 50 g Harina de trigo
- 50 g Harina de centeno
- 1/2 Sobre Levadura panadero
- 10 ml Aceite de oliva virgen extra
- 1 Cucharadita Miel casera
- 2 Pizcas Sal
Modo de Preparo
- Tamizamos y mezclamos las dos harinas, añadimos la levadura y la pizca de sal.
- Mezclamos bien.
- En un cuenco, separamos 50 ml de leche y mezclamos con el limón hasta que se corte.
- En un pote, calentamos el resto de la leche con el aceite y la miel, a fuego muy suave, sin dejar que hierva.
- Separamos la clara de la yema del huevo y reservamos.
- Sacamos del fuego y esperamos a que esté tibio para añadirle la yema. Con ayuda de unas varillas, vamos integrando e incorporamos la leche reservada aparte —sin dejar de batir con suavidad—.
- Añadimos las harinas y mezclamos hasta tener una masa homogénea sin grumos secos.
- Tapamos con un paño y dejamos reposar, como mínimo, 1 hora.
- Transcurrido ese tiempo, la masa debe haber crecido, estar esponjosa y con apariencia muy húmeda.
- Montamos a punto de nieve —con una batidora eléctrica— la clara de huevo con una pizca de sal.
- Incorporamos a la masa con movimientos envolventes.
- En una sartén antiadherente, rociada con aceite, y a temperatura media, formamos pequeños discos redondos usando una cuchara —dando la forma con el dorso de ésta.
- Cocinamos unos 2 minutos (o hasta que tengan burbujitas), y le damos la vuelta con ayuda de una espátula. Cocinamos 1 minuto más por el otro lado (o hasta que estén dorados), y retiramos a una fuente —sin amontonarlos—.
- Continuamos hasta terminar con toda la masa.
- Hay que pensar que los blini son lienzos en blanco, y por su textura esponjosa y sabor neutro, acepta todo de tipo de cobertura, como: pescados ahumados (salmón, arenques), huevas de lumpo con base láctea, anchoas, tomates o aguacates, hummus….